2. ANÁLISIS SOCIOECONÓMICO DEL ESTADO DE SINALOA

 

2.1. Descripción  general

Sinaloa es un estado localizado en el noroeste de México, sobre la costa del océano  pacífico,    su forma  alargada  hace  que  el  cambio  latitudinal  sea  más notorio; está delimitado al oeste por el Mar de Cortés y al este por la Sierra Madre Occidental. Está entre las zonas subtropical e intertropical, con una altitud que va desde la planicie costera en el Golfo de California y Océano Pacífico hasta las estribaciones de la Sierra Madre Occidental, a más de 2 500 msnm. La entidad cuenta con una extensión de 57 365 km2 (2.9 % del territorio nacional) y 622 km de litorales (5.6 % del total nacional). La variabilidad climática va desde un clima seco y semiseco en la llanura costera hasta el templado y semicálido subhúmedo en la sierra, orientada en dirección noroeste-sureste. La temperatura media en la
mayor parte de la entidad es de 24 °C, con un rango de variación (de norte a sur y de la costa a la sierra) de 14 a 34.6 °C, con base en los registros durante el periodo 1959-2000. La precipitación varía de 200 hasta 1030 mm, aumenta de norte a sur y de este a oeste con isoyectas relacionadas con la distribución del clima. En su vegetación dominan las selvas bajas caducifolias y subperenifolias, seguidas por bosques de coníferas y encinos en las zonas montañosas, así como matorrales en la zona árida del noroeste del estado. En los terrenos cercanos a la costa existen numerosas lagunas y esteros de aguas salobres bordeados con bosque de manglar. La actividad agrícola ocupa el 35% de la superficie. Tiene dos áreas de protección de flora y fauna: las islas del Golfo de California y la Meseta de Cacaxtla, así como dos santuarios: playa EL Verde Camacho y playa Ceuta.

 

2.3. Análisis socioeconómico

En el año 2010 la población en Sinaloa fue de 2 767 761 personal (50.27 % mujeres  y  49.73  %  hombres),  equivalente  al  2.5  %  de  la  población  nacional (INEGI, 2010ª). El 78 % de los habitantes vivía en zonas urbanas y el 22 % en rurales, distribuida en 18 municipios. El 28.45 %  de sus pobladores tenía menos de 14 años de edad. La esperanza de vida es de 73 y 77.3 años para hombres y mujeres, respectivamente. Las principales causas de muerte son las enfermedades del corazón, agresiones (homicidios) y tumores malignos (INEGI, 2010b). El grado promedio de escolaridad de 15 años y más es de 9.1 años, lo que equivale al nivel secundaria; el 5 % de la población es analfabeta. La percepción económica promedio anual es de $68, 555.00, por debajo del promedio nacional ($99, 114.00). De las 709 748 viviendas particulares censadas, 89.7 % disponían de agua entubada, 91.3 % tenían drenaje y 98.4 % energía eléctrica. En relación al desarrollo, Sinaloa presenta grandes desigualdades sociales y económicas entre regiones y aún dentro de una misma región. La pobreza extrema se observa en las áreas suburbanas, misma que se agrava en la región serrana del estado, de donde se ha desplazado la población hacia los principales centros urbanos de la entidad (Culiacán, Los Mochis, Mazatlán, Guasave), debido a los hechos de violencia, lo que ha provocado presiones socioeconómicas y ambientales debido al aumento en las demanda de vivienda, empleo, educación y servicios básicos.

Respecto al medio ambiente, los sistemas lagunares, estuarios, manglares y marismas (que provee hábitat para cría, reproducción, refugio o alimentación de diversas especies) han sufrido un paulatino deterioro. Los daños ecológicos por fragmentación, degradación y contaminación de los ecosistemas costeros se han provocado por actividades socioeconómicas realizadas en sus cuencas de captación o en sus márgenes, además de la sobrepesca, pesca furtiva y el uso de artes de pesca destructivas (Soto, 2014). La deforestación y erosión de los suelos, y el consecuente azolve de los cauces de los ríos y presas, así como la contaminación proveniente de las actividades agropecuarias y los asentamientos humanos, agravan el deterioro ambiental. Los ecosistemas costeros son destino de sustancias químicas (pesticidas, metales pesados, nutrientes) aplicados en los campos de cultivos (Soto et al., 2003). La adición excesiva de nutrientes hacia los cuerpos de aguas costeros, ya sea por erosión del suelo, sobrefertilización, descarga de efluentes ricos en nutrientes (domésticos, industriales y unidades pecuarias), ha elevado la frecuencia e intensidad de florecimiento de algas (Soto et al., 2003ª, Soto et al., 2003b; Páez et al., 2007), incluyendo la proliferación de


especies tóxicas (mareas rojas); los florecimientos de algas pueden favorecer la presencia de Vibrio cholerae.
En la entidad hay serios procesos de desertización y salinización   (10 000 ha), además de problemas de inundaciones frecuentes en zonas urbanas de las grandes ciudades del estado. Por otro lado, la menor disponibilidad de agua además de resultar en una disminución en la producción de alimentos, genera una mayor competencia por este recurso entre las diversas actividades económicas que se desarrollan en la entidad y fuera de esta (Flores, 2010).
El 25 % de la población de la entidad padece de inseguridad alimentaria severa; el

70 % de la población adulta y el 60 % de la infantil tienen sobrepeso y obesidad, lo que predispone a éstos a otros padecimientos crónico degenerativos. Además, las condiciones climáticas del estado favorecen el desarrollo del mosquito Aedes aegipty,  responsable  del  dengue  clásico  y  hemorrágico,  de  los  cuales  se registraron 103 y 40 casos, respectivamente, en julio de 2013 (SSA, 2013); existiendo el riesgo de presentación de casos de fiebre del Nilo (virus del Nilo), transmitido por mosquitos del género Culex. También, Sinaloa está entre los estados con mayor número de casos de enfermedades trasmitidas por alimentos, con más de 40 000 casos anuales. Las principales enfermedades son tifoidea, helmintiasis y amibiasis. Hernández et al. (2011), informó que los casos de enfermedades intestinales en México  rebasa los  5 millones anuales, y cada año el 35 % de la población infantil presenta un cuadro infecciosos gastrointestinal, en tanto que en la población total la incidencia es del 24.8 %, estimándose que el 90
% son causadas por virus (principalmente rotavirus y virus Norwalk), y el resto por la bacterias: Salmonella, Shigela, Escherichia coli, Vibrio, Campylobacter, Yersinia y Estafilococu, y parásitos protozoarios y helmintos. En Sinaloa existen otros padecimientos ocasionados por Leptospiras (L. Bratislava, L. Canicola), Staphylococus aureus, Leishmania (L. mexicana, L. braziliensis). Además, es líder casos de Lepra causada por Mycobacterium leprae.

2.4. Producción agropecuaria

Sinaloa tiene vocación agropecuaria, con una orografía beneficiada por 11 ríos con una longitud de 2 842 km desde la Sierra Madre Occidental hasta el Océano Pacífico,  con  77  000  km2   de  cuencas  por  donde  fluyen,  sobre  los  que  se encuentran 12 presas con capacidad para almacenar 14 050.43 millones de m3 (Díaz,   2014).   El   85  %   del  agua   disponible   se   consume  en   actividades
agropecuarias y el resto se distribuye en las ciudades (12 %), industria (2 %) y otros usos (1 %). Se estima que entre el 40 y 50 % del recurso almacenado se pierde por evaporación y mal estado de la infraestructura agrícola.
Cinco valles agrícolas disponen de 1 500 000 ha de riego y temporal en El Fuerte, Guasave, Angostura, Culiacán y Elota, principalmente; cuenta con 60 campos pesqueros y centros acuícolas a los largo de su litoral, que producen más de 200 mil toneladas anuales de pescado y mariscos, entre ellos camarón, atún, sardina, sierra, dorado, pargo, corvina y tilapia. Estas actividades dependen de las condiciones del clima y disponibilidad de agua (Morán-Angulo, 2010). Según las proyecciones, el cambio climático repercutirá en los ecosistemas, las sociedades y las economías, aumentando la presión sobre los medios de vida y el suministro de alimentos, incluidos los que provienen de la pesca (Cochrane et al., 2012).
Sinaloa es el principal productor agrícola de México. El sector agropecuario representa el 13.03 % del PIB estatal, las actividades secundarias el 19.31 %, y las terciarias el 67.66 % (INEGI, 2011). Los productos agrícolas más importantes son:   granos   (maíz,   garbanzo,   frijol  y  sorgo)  y  hortalizas  (tomate,  pepino, calabacita, chile verde, y papa). A pesar de su importancia en la producción de alimentos sólo aporta el 2.7% al PIB nacional, incluyendo la producción acuícola, pesquera  y  pecuaria.  En  el  2013  el  valor  de  la  producción  agrícola  fue  de
$33´659,476.37 millones.

El valor de la producción pecuaria en Sinaloa en el 2011 fue de $8,182.8 millones de pesos. La producción de carne en canal representa el 87.31%.  El volumen de producción por especie fue de 79 840 t de carne en canal de bovinos, 20 076 t de porcinos,  2  299  t  de  ovinos,  1  528  t  de  caprinos  y  144  197  t  de  aves.  La producción de leche de bovinos fue de 105 millones 875 mil litros, producto en elque es deficitario; de huevo para plato fue de 36 953 t, miel 339.8 t y 11.9 t de cera en greña (CODESIN, 2012).

Sin embargo, la entidad es particularmente vulnerable al cambio climático debido a su clima, orografía e hidrología, pero también porque la economía está basada en actividades   primarias   (agricultura,   ganadería,   pesca   y   servicios   turísticos). Además, por las condiciones preexistentes de rezago social en las poblaciones serranas y rivereñas, así como en los cinturones de pobreza de áreas urbanas y suburbanas. Otro factor que influye, es la perturbación y contaminación del ambiente, evidenciado por la desertización, salinización de suelos, sobrepesca y eutrofización de las lagunas costeras (Flores et al., 2012).
De manera natural, los ecosistemas sinaloenses son estacionalmente productivos. El incremento de la temperatura ambiental y la reducción de la precipitación, registrada en los últimos años, comprometen la actividad biológica y la productiva (Romero et al., 2014). Además, en el estado se tiene una elevada tasa de deforestación (11 000 ha anuales), una de las más altas en México (Céspedes y Moreno, 2010), de no atenderse este problema, así como el manejo deficiente del recurso hídrico, se agravarán los impactos negativos sobre el medio ambiente y sus repercusiones sobre las actividades agropecuarias.
La región noroeste de México, a la que pertenece Sinaloa, se caracteriza por bajas precipitaciones; sin embargo, las lluvias de Baja California Sur (161 mm), Baja California (175.7 mm),    Sonora (421.2 mm), Chihuahua  (462 mm) y Durango (570.6 mm), tienen una menor precipitación con respecto a Sinaloa (730.1 mm), a excepción de Nayarit (1 185.9 mm) (CONAGUA, 2008).
Los recursos hidrológicos son de vital importancia para el desarrollo socioeconómico de México; sin embargo, la diversidad fisiográfica y climática del país hace que el agua no se distribuya de forma homogénea. Uno de los mayores retos a los que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI es el acceso a agua limpia suficiente, ya que es un factor limitante para la salud, la producción de alimentos, el desarrollo industrial y el mantenimiento de los ecosistemas naturales y su biodiversidad (Carabias et al., 2005).

La precipitación anual acumulada, para la entidad, entre 1961-2000 fue de 750 mm; la mayor se concentra entre julio y septiembre (70 %) y es insignificante entre febrero y mayo (Ojeda et al., 2014). La distribución espacial de la precipitación anual en el periodo (1961-2000) varía de 200 mm en el extremo noroeste, hasta casi 1400 mm los límites con los estados de Durango y Chihuahua. El valor medio de la temperatura máxima, media y mínima es de 31, 23 y 17 °C, respectivamente, siendo junio el mes más caliente (37 °C) y enero el mes más frío (26 °C); por lo que los meses de mayo a septiembre representan el periodo más crítico para los cultivos, debido al estrés hídrico. La variación espacial de la temperatura media de octubre-marzo durante el periodo de 1961-2000 fue de 11  a 23 °C; esto valores se encuentran en el rango deseable de crecimiento para la mayoría de los cultivos, así como para el mejor comportamiento productivo de los animales de interés zootécnico.

Los estiajes es un fenómeno recurrente en Sinaloa. La repetición de sequías se asocia con los cambios en el patrón de lluvias, a los que hay que agregar los fenómenos de desertización, la dependencia de recursos hídricos para la generación de energía, lo que afecta negativamente la producción agropecuaria. Durante los años de 2010 a 2012 el estado de Sinaloa ha padecido una combinación de 16 periodos anormalmente secos, 20 sequías moderadas, 16 severas,  tres  extremas  y  una  excepcional.  Ojeda  et  al.  (2014),  prevén  una reducción (136 mm) dramática en la precipitación pluvial en Sinaloa en el siglo XXI,  principalmente  durante  los  meses  de  octubre  a  marzo,  y  la  distribución espacial será más perturbada en la región noroeste del estado; el cambio de la temperatura será mayor en verano que en invierno, acentuándose para las últimas tres décadas del presente siglo, donde los valores se proyectan en un incremento de 3.5°C, principalmente en el norte y este de la entidad. Además, proyectan que en la medida que la precipitación disminuya la temperatura se elevará. Las evidencias indican, que los flujos térmicos de la atmósfera se están modificando debido al incremento en la acumulación de gases efecto invernadero, cuyo origen es en su mayoría antropogénico (IPCC, 2007).

 

2.5. Actividad pesquera

La  información  de  captura  mundial  indicó  una  captura  media  de  81.6±2.99 millones de t en los años 2000-2012 (FAO, 2012), mostrando una tendencia a la baja. El enfoque productivista de la pesca se agota cuando las poblaciones de uso pesquero llegan al rendimiento máximo del ecosistema, y es probable que la mayoría de las pesquerías se encuentren en los niveles máximos de producción; México y Sinaloa no escapan de esta situación. De acuerdo con la Carta Nacional Pesquera, la pesca mexicana opera sobre más de 200 especies (DOF, 2012), de la cuales el camarón, la sardina, el atún y el tiburón son las de mayor importancia, pero  el  camarón  es  el  recurso  de  mayor  valor  económico  y  el  que  más componente social tiene, y su pesquería se ejerce en todo el ecosistema costero mexicano.

Los volúmenes  de captura nacional mostraron una tendencia a la alta entre 2002-

2011 (SAGARPA, 2011), el valor medio en el periodo fue de 1 431 869.5±102

832.25;  cerca  de  la  mitad  de  la  captura  proviene  de  pesquerías  artesanales

(Fernández, 2007). En el mismo periodo, Sinaloa registró capturas promedio de

278 842.2±39 219.8 t con un valor económico de $3 500 millones; de esta producción, se registró una captura anual promedio de 53 605.3±14 549.9 t  de camarón.

La pesquería de camarón está al máximo de su aprovechamiento sustentable. En los estados de Sinaloa y Nayarit el camarón café está a su máximo aprovechamiento, y el camarón azul y blanco se encuentran en deterioro (DOF,
2012). El aprovechamiento sustentable de estas especies requiere de estrategias que permitan mantener la biomasa reproductora y evaluar el deterioro ambiental de los sistemas lagunares.

Las especies de camarón de importancia pesquera: camarón azul (Litopenaeus stylirostris), blanco (Litopenaeus vannamei), café (Farfantepenaeus californensis), cristalino (Farfantepenaeus brevirostris), son especies de rápido crecimiento y de vida corta, que soportan cambios amplios de temperatura y salinidad; también presentan un gran potencial biológico por su alto índice de fecundidad y son organismos eurioicos, excepto que requieren de disponibilidad de agua generada por escurrimiento de la precipitación pluvial. Estas especies representan el segundo lugar de la captura nacional con valores próximos a las 200 000 t (SAGARPA, 2011), esta pesquería genera alrededor de 42 000 empleos, sin embargo la vulnerabilidad de su hábitat a factores antropogénicos pone en riesgo su aprovechamiento sustentable. De no atenderse el impacto negativo de la actividad humana sobre el medio ambiente se espera una pérdida del hábitat costero por efecto del aumento del nivel del mar, la disminución de agua dulce por represamiento y disminución de la precipitación pluvial, y la consecuente salinización de la zona de transición entre la tierra y el mar, siendo el bosque de manglar y la flora de marisma las más vulnerables, que a su vez, impactaría negativamente la dinámica de las poblaciones de camarón y otras especies de importancia pesquera ( De la Lanza et al., 2010; SEMARNAT, 2013).

En Sinaloa las especies de escama, presentes en la captura, muestran una composición específica alta. Salcedo (2000) registró una composición específica de 67 especies, donde las familias mejor representadas por número de especies fueron: Haemulidae, Carangidae, Gerreidae, Lutjanidae y Serranidae. Silva (2008) observó 33 familias, 57 géneros     y 87 especies de peces, siendo las más representativas las familias Haemulidae, Sciaenidae, Gerreidae, Serranidae y Lutjanidae. Morán-Angulo (2009) reportó que la composición fue de 43 familias, 82 géneros y 112 especies, destacando las familias Haemulidae (14), Carangidae (12), Serranidae (10), Sciaenidae (8) y Lutjanidae (6). La composición específica de  estas  familias  incluye    especies  que  podrían    tolerar  rangos  amplios  de salinidad y temperatura, habitantes de ecosistemas costeros, de fondos rocosos, arenosos y arrecifes (Robertson et al., 2004), lo que puede facilitar la adaptación a los cambios generados por el calentamiento global sobre los parámetros físico- químicos de su hábitat. La distribución es costera marina y lagunar, con hábitats rocosos y blandos, a excepción de la familia Carangidae, cuyas especies en su mayoría son pelágicas estenoicas. Además, la mayoría de las especies de estas familias presentan un alto potencial reproductivo y fecundidad, y un crecimiento medio.

En el caso de las especies pelágicas, las sardinas sustentan pesquerías masivas debido a su abundancia y disponibilidad. En Sinaloa se reportaron capturas que van de las 300 000 a las 600 000 t entre el año 2000 a 2011 (SAGARPA, 2011). La condición bilógica de la sardina y otros pelágicos menores de ser estrategas  r, aún  sin  ser  eurioicos,  les  confiere  una  alta  capacidad  adaptativa,  pero  son sensibles a las variaciones de temperatura (González et al., 2004.).
Los pelágicos mayores, como los atunes, son sensibles a los cambios anómalos de temperatura, los que influyen en la distribución de sus poblaciones y en la disponibilidad de la biomasa a las capturas (Ortega y Rodríguez, 2008). Sinaloa es el principal productor nacional de atún (Thunnus albacares) con cerca de 100 000 t anuales (SAGARPA, 2011).

2.5.1. Pesca y acuicultura continental

La pesca y la acuicultura en aguas continentales es una fuente importante de alimentos, que provee proteína animal a la población. En 2011, la captura procedente de las pesquerías continentales ascendió a 11.5 millones de t, equivalente al 12.7 % de la captura de pescado en el ámbito mundial (FAO, 2012). La mayoría de las presas construidas en México en las últimas cinco décadas, además de impulsar el desarrollo agropecuario, la generación de energía eléctrica y el control de avenidas, han favorecido el establecimiento de importantes pesquerías de agua dulce basadas en la explotación         y comercialización, principalmente de tilapia, bagre, carpa y lobina negra, con un volumen de producción en 2011 de 87 348 t, lo que representó 5.26 % de la producción pesquera nacional y un valor aproximado de $2 000 millones, el 11.3% del valor de la producción nacional (Gaspar y Hernández, 2013). En Sinaloa la pesca continental representa el 2.7 % de la producción.

 

2.6. Oferta educativa en Sinaloa: Licenciatura y Posgrado

El  estado  cuenta  con  128  Instituciones  de  educación  Superior, 74  del  sector público y 54 del privado; 11 Centros de Investigación, siete del sector público y cuatro privados. Las IES ofertan 563 programas de licenciatura, pero sólo 94


(17%)  se  han  acreditado  (COPAES,  2013).  El  74%  de  los  programas  de licenciatura de la IES públicas y el 87% de las privadas corresponden a carreras del área de las Humanidades y Ciencias Sociales y Económico Administrativas y menos del 1% en el área agropecuaria, por lo que la formación de recurso humano para  atender  la  problemática  del  sector  agropecuario  es  mínimo,  más  en  un estado con una economía basada en esta actividad.

El número de programas de posgrado ofertados en la entidad son: 24 especialidades, 132 maestrías y 32 de doctorado; de los cuales había 48 (25%) inscritos en el PNPC-CONACYT en el 2013 (Bajo et al., 2013); en la Universidad Autónoma de Sinaloa está el 73% (35) de los programas de posgrado inscritos en dicho padrón.
En la entidad hay 283 académicos inscritos en el Sistema Nacional de Investigadores, 60% están adscritos a la Universidad Autónoma de Sinaloa, CIAD A.C. (11%), IPN (11%), UNAM (6%), y U de O (5%). En la región noroeste de México, donde se encuentran los estados de Baja California, Baja California Sur, Durango, Sonora y Sinaloa, éste último cuenta con el 15.8% de los miembros del SIN del noroeste mexicano (Bajo et al., 2013). Además, en la entidad hay 229 investigadores y 70 tecnólogos registrados en el Sistema Sinaloense de Investigadores y Tecnólogos (SSIT). 74 SIN y  101 SSIT pertenecen al área de Biotecnología y Ciencias Agropecuarias.

II. VALORACIÓN GENERAL

 

2.1. Antecedentes

El noroeste del país reúne 10% de los recursos hídricos superficiales y por lo menos 60% de los recursos pesqueros del país. La extensión de sus litorales es de 1,848 km, en los cuales subsisten asentamientos y poblados que asocian a sus actividades  económicas  la  explotación  de los  recursos del mar. Se  concentra
11.8% del total de las tierras de labor y 36.9% de las que disponen de riego del país; sin embargo, los recursos en bosques maderables son relativamente pobres (10.4%) y en los no maderables, ligeramente mayores.


En particular, el estado de Sinaloa es una región con marcada vocación en la producción de alimentos, contribuye con cerca del 26 % de la producción del país. El sector agropecuario representa el 13.03 % del PIB estatal, las actividades secundarias el 19.31 %, y las terciarias el 67.66 % (INEGI, 2011). A pesar de su importancia en la producción de alimentos sólo aporta el 2.7% al PIB nacional, incluyendo la producción acuícola, pesquera y pecuaria. En el 2013 el valor de la producción agrícola fue de $33´659,476.37 millones, en el pecuario $8,182.8 millones y $3, 500 en el pesquero, en el 2011. El estado es líder nacional en producción hortalizas, maíz, garbanzo, papa, carne de bovino, camarón, etc.
Al crecimiento poblacional que implica un aumento en la demanda de alimentos, en  el  panorama  internacional  se  suman  tres componentes  importantes relacionados con la producción de alimentos: 1) El cambio climático global, que conlleva una redistribución en la presencia e intensidad de las precipitaciones pluviales y por ende en la disponibilidad de agua para las actividades agropecuarias; 2) La crisis energética, que deriva en un incremento exponencial en la cantidad de productos agropecuarios reorientados a la producción de combustibles, con la consecuente disminución en su disponibilidad para la alimentación humana; y 3) La crisis alimentaria internacional desencadenada en 2008,   que se manifiesta con una reducción de la producción de alimentos a nivel mundial. Para incrementar la producción  de alimentos en Sinaloa y mantener su participación en la alimentación nacional, es necesario el cuidado del recurso, la generación conocimientos que resuelvan la problemática específica de la producción alimentaria, el desarrollo de nuevas tecnologías que incrementen la productividad y la formación de recurso humano de alto nivel capaz de llevar a cabo esas tareas.
La  Universidad  Autónoma  de  Sinaloa,  es  la  institución  educativa  de  mayor tradición, antigüedad y cobertura a nivel estatal, en ella se concentra el recurso humano habilitado en el área de la producción de alimentos, ubicados en cuatro Unidades Académicas que conforman el Colegio de Ciencias Agropecuarias: Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Facultad de Agronomía, Escuela Superior de Agricultura Valle del Fuerte y la Facultad de Ciencias del Mar.

Al ser actividades sustantivas de la UAS: la formación de recursos humanos, la generación de nuevos conocimientos, la difusión del conocimiento y la cultura, es pertinente el uso compartido de los recursos humanos y materiales del Colegio de Ciencias Agropecuarias de la UAS, para desarrollar de manera conjunta el programa de Maestría en Ciencias Agropecuarias, con el objetivo formar maestros en ciencias agropecuarias, capaces de generar y difundir nuevo conocimiento científico-tecnológico, que contribuya a la producción de alimentos y el aseguramiento de la salud pública, en un marco de desarrollo sustentable que permita la conservación de los recursos naturales, el equilibrio ambiental y promueva el bienestar social.